jueves, 4 de agosto de 2011

Patti Smith, Robert Mapplethorpe, un paseo por Brooklyn

Hall Street, 160, Brooklyn, New York. (Foto: Isaías Fanlo.)

 "Today was a Monday; I was born on Monday.
It was a good day to arrive in New York City. 
No one expected me. Everything awaited me."
Patti Smith, Just Kids, 2010.


Nosotros también llegamos un lunes, aunque la ciudad, evidentemente, había cambiado. Si ya había cambiado desde la primera vez que estuve, en otoño de 2000, cómo no iba a cambiar desde el momento en el que una Patti Smith que acababa de cumplir 20 años llegaba, sin apenas dinero, a Nueva York.

El año pasado, Patti Smith, que es una de mis artistas fetiche, publicó un libro de memorias en el que describe, como una herida abierta en canal, la que fue su vida con Robert Mapplethorpe. Just Kids, así se titula el libro, ganó el año pasado el National Book Award. Encontré el libro en el International Center of Photography, y me tiene atrapado desde la primera página.



Si bien todo lo que explica Patti Smith me parece interesante desde que escuché Horses, hace ya más de diez años, este libro tiene algo mágico. Desde que lo compré, las casualidades se van superponiendo. Si lo voy leyendo en el metro, cuando el conductor avisa que llegamos a la calle 14, Patti Smith nos habla de un encuentro en esa misma calle. Leo que Patti Smith hace sonar obsesivamente "Lay Lady Lay", del disco Nashville Skyline de Bob Dylan, justo antes de una importante mudanza, y se me pone la piel de gallina al pensar que yo también utilicé esa canción el día de otra mudanza, también importante, y que Bob Dylan estuvo sonando toda la tarde, mientras preparaba mi última maleta camino de una vida más libre. Pero quizás lo que más me sorprendió fue leer en el pequeño loft que tenemos alquilado que Patti Smith y Robert Mapplethorpe, cuando se trasladaron a su primer piso conjunto en Nueva York, se instalaron en un piso... a unas manzanas de donde me encontraba.
Así que al día siguiente me dirigí por la avenida Myrtle hasta Hall Street. En el segundo piso del número 160 habían vivido Smith y Mapplethorpe. Una casa humilde, pero con personalidad. Me separé unos metros, saqué la cámara, tomé unas fotos, y me fui a pasear por el barrio, pensando en lo bonito que es poder participar, aunque sea con cuarenta años de retraso y de manera más que ficticia, de todo aquello.


No hay comentarios: