sábado, 21 de diciembre de 2013

Buenos ejemplos

Mis abuelas. Lleida, 2011. (Foto: Isaías Fanlo.)

Hace unas semanas nos dejó mi abuela Carmen, la padrina, la pitanya, o como ella, modesta pero inevitablemente coqueta, quería que la llamáramos: sencillamente "la Carme". "A mi no em diguis padrina, que em fas més gran! I jo sóc jove!", me había dicho cada vez que intentaba acompañar su nombre con el rango de parentesco que nos unía. Me lo dijo cuando estaba en la década de los sesenta, de los setenta y de los ochenta años. Y lo cierto es que, aunque el tiempo iba añadiendo días, semanas, meses y años al cómputo global de su edad, fue joven hasta el final.

Cuando alguien se muere, es tradición recordar (o inventarse) todas las virtudes que tenía. Con mi abuela no hay que inventar absolutamente nada. Carme era la persona más buena que he conocido en mi vida. Tengo esta certeza ahora, pero la he tenido desde que era un niño y la veía trabajar cada día de la semana para los demás. Las personas conocemos los días laborables y los días festivos, el trabajo y el descanso. Pero ella siempre decía que "els pobres no deixen de ser pobres els caps de setmana", y por eso no había día que no lo dedicara a hacer que los más desgraciados fueran menos desgraciados, a hacer de este mundo un lugar algo mejor. Donde los demás éramos incapaces de llegar, ella llegaba: limpiaba las casas de ancianos abandonados en las que nadie se atrevía a entrar por la cantidad de suciedad acumulada; echaba a las ratas, ordenaba, quitaba el polvo de lugares imposibles, cambiaba de ropa a ancianos meados desde hacía días, y lo hacía todo con una sonrisa. En esa sonrisa estaba la clave de todo: si la gente la quería porque era capaz de hacer todas estas cosas por los demás, la gente la adoraba porque lo hacía como si, más que hacerle un favor a estas personas, se lo estuviera haciendo a sí misma.

La pitanya siempre fue lo que se dice un cul inquiet. No podía estar parada. Siempre tenía que hacer cosas buenas, para los demás y para los suyos. Salvo un breve, pero decisivo, periodo de tiempo en Francia huyendo de los desastres de la guerra, todo este bien lo hizo en Lleida. Le gustaba recordar canciones francesas, momentos de la infancia en los que había sido feliz (otra de sus virtudes: transformar en buenos recuerdos instantes que otros hubieran olvidado). Después, los hijos y los nietos. Yo fui el nieto mayor y tuve la suerte enorme de tener una relación muy especial con ella. Compartíamos el mismo sentido del humor; éramos capaces de entendernos con una mirada o con un gesto. Y si bien ella siempre fue capaz de querer a todo el mundo (es la única persona que conozco capaz de ser buena sin excepciones; yo me siento incapaz de algo así con gente que haya podido portarse mal conmigo o con los míos), todavía encontró la manera de querer más a su familia. Su reacción cuando salí del armario fue inmediatamente positiva pese a que su religión no se lo puso fácil para aceptarlo, pero su amor podía con cualquier prejuicio. Mi último recuerdo con ella, fuera del hospital, es la comida familiar después de correr el medio maratón de Lleida: mis padres, las dos abuelas, mi hermana, su novio, y un servidor con su novio. Todo natural, todo bien. No puedo tener un último recuerdo mejor que éste. El nieto había conseguido tirar adelante un reto personal y lo estábamos celebrando, pero aquella también fue, sin saberlo, una comida de despedida. Luego vino el hospital, que ella aguantó con toda la fuerza y el buen humor. Pudimos decirnos todo lo que queríamos decirnos, pudimos acompañarla, y estuvimos con ella hasta que su enorme corazón dijo basta. Yo no sé si existe un cielo o una recompensa, pero si existe, ella está allí, sin ningún tipo de duda.

Y lo cierto es que han sido unos días de tristeza profunda, de aprender que no voy a volver a verla, que no vamos a poder reírnos juntos de cualquiera de las miles de tonterías que nos decíamos, que no voy a poder levantarla al vuelo como solía hacer mientras ella me reprimía con un "Baixa'm!, que em faràs mal!", pero a la vez era incapaz de disimular una sonrisa; que no vamos a revisar fotos nunca más, y que ya no voy a poder escuchar historias sobre los sitios que visitó, sobre la gente que conoció, sobre Artesa de Lleida, el pueblo en el que nació. Pero aún así, no puedo dejar de mitigar esta tristeza con una extraña alegría. Porque he sido uno de los privilegiados que ha podido tenerla cerca durante años. Porque con ella he crecido y he compartido centenares de miles de momentos que quedan guardados siempre en la cajita de los aprendizajes las emergencias emocionales. Porque muchos de los actos mejores que he podido ver en esta vida, en lo que a calidad humana se refiere, los he podido ver a través de su ejemplo. Porque muchas de las cosas buenas que he intentado (y que intentaré) hacer en esta vida han sido mirándome a través de su espejo. La tristeza se ha vuelto gratitud por haber podido jugar un papel epicéntrico en la vida de una persona como ella, y por haberla tenido en la mía. Esto es lo que me llevo de ella, y lo que me quedará siempre, y para siempre.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Woyzeck en Palo Alto

Woyzeck. (Foto: Isaías Fanlo.)

Una recomendación teatral. Estos días, los Párquing Shakespeare presentan Woyzeck en Palo Alto. Vale muchísimo la pena!

Ah... y yo he hecho las fotos del espectáculo!

lunes, 21 de octubre de 2013

Un fin de semana en Valencia

Valencia, 2013. Foto: Isaías Fanlo.

Se avecinan cambios importantes en mi vida. Nervios, pero también ilusión por ver qué sucede y por ser parte activa de mi futuro.

El fin de semana pasado estuve en Valencia, para correr la Medio Maratón. Fue una sensación estupenda, una especie de liberación.

Y estos días, por varios motivos, vuelvo a canciones como ésta: 'Tonight, Tonight', de los Smashing Pumpkins. BSO de millones de hombres y mujeres de mi generación!


domingo, 13 de octubre de 2013

Caminos

Chicago, 2012. (Foto: Isaías Fanlo.)

¿Adónde llevan los nuevos caminos?
Son cosas que uno puede pensar mientras escucha a Gordon Lightfoot.

 

viernes, 30 de agosto de 2013

Un molino

Moinho. Beja, 2013. (Foto: Isaías Fanlo.)

En este lugar hemos pasado momentos fantásticos.


viernes, 9 de agosto de 2013

¡Cómo me gusta Estocolmo!

Estocolmo, 2013. (Foto: Isaías Fanlo.)

Era cerca de la medianoche. Volvía a casa (a casa de Fide) de una cena en casa de Ats i Franklin, en una zona acomodada del barrio de Södermalm. Había sido una tarde estupenda, y aunque el vino me había subido un poco me encontraba estupendamente, así que decidí hacer una parada en un mirador privilegiado no muy lejos de Slussen (los que no han estado en Estocolmo habrán visto Slussen porque es donde pegan una paliza a Lisbeth Salander en la primera película de la trilogía de Larsson). El tiempo era suave, inmejorable, así que antes de tomar el metro me acerqué para ver las vistas sobre Gamla Stan.

Al llegar allí, me detuve en seco. Supongo que no había estado allí de noche, en esta época del año, porque nunca había visto aquella luz. Ni idea de si estaba anocheciendo, o amaneciendo. Si uno prestaba atención podía ver una gama de azules y de rojos imposible de apreciar en los cielos del sur. No sé si la foto hace justicia a las vistas, pero había que intentarlo.

Me quedé en aquel lugar tanto tiempo que perdí el metro y por poco me quedo atrapado en la ciudad. Llegué al andén antes de que saliera el último tren hacia Rinkeby, todavía impresionado con aquellos colores.

La banda sonora de esta foto para mí está clara. Roxette es uno de esos grupos que, aunque ahora esté de capa caída, me ha acompañado desde que era un preadolescente. Y siempre que veo el edificio del ayuntamiento (a la izquierda en la foto) y la ciudad de noche recuerdo el videoclip de 'Fading Like a Flower', que me fascinaba incluso antes de conocer esta ciudad a la que espero volver siempre.

sábado, 27 de julio de 2013

Nuevos caminos

Munich, 2013. (Foto: Isaías Fanlo.)

A veces llega el momento para averiguar hacia dónde te llevan nuevos caminos. ¡Veremos!


sábado, 25 de mayo de 2013

La luna llena desde casa, en Barcelona

Barcelona, 2013. (Foto: Isaías Fanlo.)

Varias semanas ausente del blog. El humor no es el mejor, pero aquí estamos...

Ayer había una luna llena preciosa que no necesitaría de banda sonora, pero como ando algo ñoño últimamente, pongo una de Tiziano Ferro, venga.

domingo, 7 de abril de 2013

Provenza - Marsella

Marsella, 2013. (Foto: Isaías Fanlo.)

A mí la Provenza me acaba llevando siempre a Marsella. La electricidad de su caótica capital siempre me ha atraído. Desde que a los 10 años empecé a leer sobre un equipo de fútbol que se llamaba Olympique de Marsella, que tenía jugadores como Jean-Pierre Papin, Enzo Francescoli o George Waddle. Y que vestía como el Lleida pero con los colores invertidos. Marsella era como si en Barcelona nunca hubieran sucedido unas olimpiadas y como si estuviera situada en la costa de Argelia. Dura, inclemente, blanca y viril. Y con el mistral dando latigazos 100 días al año. Prácticamente sin turismo, con una cultura popular efervescente. Le vieux-port, Notre Dame de La Garde, Le Panier, el Velodrome, Jean-Claude Izzo, el pastis en el Cafè de la Marine...

Es por eso que siempre, en algún momento de los viajes, acabo cambiando los campos de vid y de lavanda, los bosques, los pueblecitos de piedra escarpados en alguna colina, por el urbanismo inclemente de Marsella.  Imposible no caer en la tentación de sentir la furia de esa ciudad eléctrica. Y cuando andas por marsella, tiene que sonar la música raï, el rap, el hip-hop. África-Francia. El Mediterráneo canalla. En algún momento del viaje tienen que sonar MC Solaar o Khaled. Esta canción, 'Oran Marseille', evidentemente, nunca falla.

viernes, 29 de marzo de 2013

En la playa de Sète

Playa de Sète, 2013. Foto: Isaías Fanlo.

De algún modo me parece natural esto de entrar a Francia por el sur, por el Mediterráneo. No sólo por motivos obviamente geográficos. Yo, que no llegué a estudiar demasiado el francés (tengo esa cuenta pendiente), he tenido que aprender esta lengua, y esta cultura, a través de un vínculo estraño e intenso a la vez hacia esta tierra. A través de Flaubert, de Proust, de Foucault. A través de Rohmer. O de Koltès, o Izzo. Pero también a través de la música francesa. De la chanson. De Maurice Chevalier a Benjamin Biolay. El francés me ha calado en una íntima "educación sentimental" musicada. Por eso me es natural entrar al país vecino de la manera más directa: en coche y sin perder de vista el Mediterráneo. Porque siempre que lo hago me acompañan las voces de dos trovadores-cantantes del sur: Charles Trenet y su 'La mer', que nos habla de la luz mediterránea, y especialmente Georges Brassens.

Brassens nació en Sète, y para mí, hacer una breve parada en la playa de este pequeño pueblo costero a menos de 30 quilómetros de Montpellier es una escala obligatoria. Por las pequeñas carreteras comarcales que ya conozco siempre suena la misma banda sonora: 'Supplique pour être enterré à la plage de Sète'. Un homenaje que Brassens hace al otro paisano ilustre de la población: Paul Valery.



(traducción al castellano, y bastante correcta, aquí)

La Camarde qui ne m'a jamais pardonné,
D'avoir semé des fleurs dans les trous de son nez,
Me poursuit d'un zèle imbécile.
Alors cerné de près par les enterrements,
J'ai cru bon de remettre à jour mon testament,
De me payer un codicille.

Trempe dans l'encre bleue du Golfe du Lion,
Trempe, trempe ta plume, ô mon vieux tabellion,
Et de ta plus belle écriture,
Note ce qu'il faudra qu'il advint de mon corps,
Lorsque mon âme et lui ne seront plus d'accord,
Que sur un seul point : la rupture.

Quand mon âme aura pris son vol à l'horizon,
Vers celle de Gavroche et de Mimi Pinson,
Celles des titis, des grisettes.
Que vers le sol natal mon corps soit ramené,
Dans un sleeping du Paris-Méditerranée,
Terminus en gare de Sète.

Mon caveau de famille, hélas ! n'est pas tout neuf,
Vulgairement parlant, il est plein comme un œuf,
Et d'ici que quelqu'un n'en sorte,
Il risque de se faire tard et je ne peux,
Dire à ces braves gens : poussez-vous donc un peu,
Place aux jeunes en quelque sorte.

Juste au bord de la mer à deux pas des flots bleus,
Creusez si c'est possible un petit trou moelleux,
Une bonne petite niche.
Auprès de mes amis d'enfance, les dauphins,
Le long de cette grève où le sable est si fin,
Sur la plage de la Corniche.

C'est une plage où même à ses moments furieux,
Neptune ne se prend jamais trop au sérieux,
Où quand un bateau fait naufrage,
Le capitaine crie : "Je suis le maître à bord !
Sauve qui peut, le vin et le pastis d'abord,
Chacun sa bonbonne et courage".

Et c'est là que jadis à quinze ans révolus,
A l'âge où s'amuser tout seul ne suffit plus,
Je connu la prime amourette.
Auprès d'une sirène, une femme-poisson,
Je reçu de l'amour la première leçon,
Avalai la première arête.

Déférence gardée envers Paul Valéry,
Moi l'humble troubadour sur lui je renchéris,
Le bon maître me le pardonne.
Et qu'au moins si ses vers valent mieux que les miens,
Mon cimetière soit plus marin que le sien,
Et n'en déplaise aux autochtones.

Cette tombe en sandwich entre le ciel et l'eau,
Ne donnera pas une ombre triste au tableau,
Mais un charme indéfinissable.
Les baigneuses s'en serviront de paravent,
Pour changer de tenue et les petits enfants,
Diront : chouette, un château de sable !

Est-ce trop demander : sur mon petit lopin,
Planter, je vous en prie une espèce de pin,
Pin parasol de préférence.
Qui saura prémunir contre l'insolation,
Les bons amis venus faire sur ma concession,
D'affectueuses révérences.

Tantôt venant d'Espagne et tantôt d'Italie,
Tous chargés de parfums, de musiques jolies,
Le Mistral et la Tramontane,
Sur mon dernier sommeil verseront les échos,
De villanelle, un jour, un jour de fandango,
De tarentelle, de sardane.

Et quand prenant ma butte en guise d'oreiller,
Une ondine viendra gentiment sommeiller,
Avec rien que moins de costume,
J'en demande pardon par avance à Jésus,
Si l'ombre de sa croix s'y couche un peu dessus,
Pour un petit bonheur posthume.

Pauvres rois pharaons, pauvre Napoléon,
Pauvres grands disparus gisant au Panthéon,
Pauvres cendres de conséquence,
Vous envierez un peu l'éternel estivant,
Qui fait du pédalo sur la plage en rêvant,
Qui passe sa mort en vacances.

Vous envierez un peu l'éternel estivant,
Qui fait du pédalo sur la plage en rêvant,
Qui passe sa mort en vacances.


D'alguna manera em sembla natural això d'entrar a França pel Mediterrani. Jo, que no vaig estudiar mai gaire el francès, he après aquesta llengua, i aquesta cultura, a través d'un vincle estrany i intens cap a aquesta terra i aquesta cultura. A través de Flaubert i de Foucault, però també a partir de les cançons de gent com Charles Trenet, que cantava al mar, o de Georges Brassens, natural de Sète. És per això que sempre m'agrada tornar a la platja d'aquesta petita població costanera, i recuperar sempre la magnífica cançó 'Supplique pour être enterré à la plage de Sète':

viernes, 1 de marzo de 2013

Antònia Font, en Viladecans


Antònia Font, Viladecans, 2013. (Fotos: Isaías Fanlo.)

El viernes pasado pude ir a un concierto de Antònia Font, uno de mis grupos preferidos, en el Àtrium de Viladecans. En el enlace siguiente, podréis leer (en catalán) la crónica del concierto y mi valoración de su último disco, Vostè és aquí, que hice para el portal de cultura Núvol.com

http://www.nuvol.com/critica/antonia-font-el-tsunami/

Evidentemente, la banda sonora de hoy es una de las canciones del disco. Mi preferida, titulada "A cada mà una maleta".

sábado, 26 de enero de 2013

Pell de mercuri

Pell de mercuri. (Foto: Isaías Fanlo.)

Últimamente estoy haciendo bastantes fotos para el TNC (alguna colgaré por aquí), pero tengo que reconocer que me gusta mucho hacer fotos para otros teatros o para otras compañías. Hace unos días me llamaron de Pàrking Shakespeare, una compañía que cada verano representa (con éxito) un texto de Shakespeare en el Parc de l'Estació del Nord de Barcelona, para ver si les podía hacer una foto para Pell de mercuri, la obra que van a estrenar este invierno. No había ni tiempo ni presupuesto. Así que leí una introducción a la obra, me hice una idea de lo que quería, le pedí a mi amigo Francesc que me hiciera de modelo y pude hacer la foto promocional más rápida que he hecho en mi vida. Para esta sesión quería algo tenebrista, con una construcción simple pero inquietante: un rostro cubierto por una capa de plástico, que mira tranquilo y desafiante a cámara mientras una mariposa se posa en un foco de luz (en la obra tienen que comer mariposas). El resultado es el que podéis ver en la foto.
Para el cartel, han decidido desenfocar otra de las fotos, que era otra opción que tenía.

Pues nada, que si os apetece secundar esta iniciativa de teatro para todos (los espectáculos son gratuitos, se paga a voluntad después de la función, lo que se llama taquilla revertida), podéis buscarlos en la web, que merecen la pena. ¡Y el texto es estupendo!

viernes, 18 de enero de 2013

Miravet

Vista des del Castell de Miravet (Tarragona).
Foto: Isaías Fanlo.

Hace días que no colgaba nada en el blog, así que actualizo información con esta vista desde lo más alto de Miravet. De momento, 2013 empieza con muchos interrogantes.