lunes, 7 de febrero de 2011

¡Feliz 1Q84!

Misha y Pelota. Caixa de Llum. Barcelona, 2011.
(Foto: Isaías Fanlo.)

Buenas noticias para los lectores con ganas de leer más cosas de Haruki Murakami, entre los que me cuento: la semana pasada, Tusquets publicó la traducción al castellano de los dos primeros libros de 1Q84, la que, quizás, sea la obra cumbre del escritor japonés. El libro tercero llegará a las librerías en octubre. Y algo me dice que la espera se nos va a hacer muy larga.

1Q84 es una obra ambiciosa, de más de mil páginas (de momento se han publicado las primeras 737, en letra pequeña), que tiene dos puntos de partida magistrales, rasgo distintivo de las novelas de Murakami. La historia nos sitúa en 1984, en un guiño más que evidente a George Orwell y a 1984, la obra maestra que el autor de Homenaje a Cataluña escribió en 1948 y que supone un presagio de temores que todavía tenemos. Pero si Orwell pensó una novela dirigida al futuro, Murakami mira hacia el pasado. O mejor dicho, hacia un pasado. Porque 1Q84, como sugiere el título, se sitúa en 1984, pero no en el 1984 que aconteció, sino en un 1984 alternativo, con algunos pequeños cambios que alteran la realidad (de ahí la "Q" del título, que en japonés se pronuncia igual que el número 9). Parece que el propio Murakami, con este artículo publicado en el New York Times y traducido al castellano por La Vanguardia, esté haciéndose un guiño. Existe la realidad A, la que vivimos, y la realidad B, la que podríamos haber vivido, un universo paralelo (algo muy Lost, también, serie de la que el japonés era fan). Lo curioso es que, después de los últimos acontecimientos, especialment después del 11S, es como si la realidad A, la nuestra, fuera demasiado irreal, demasiado imposible, mientras que la realidad B es algo más plausible.

Volvamos a 1Q84. He hablado de los dos puntos de partida. El primero tiene que ver con la historia de Aomame, una joven de treinta años que dedica su tiempo libre a asesinar por encargo con un punzón letal fabricado por ella misma. Aomame está en un atasco en medio de la autopista metropolitana, metida en un taxi (se trata de una autopista elevada). Suena por la radio la Sinfonietta de Janácek, y la chica se da cuenta de que no va a llegar a la cita. Así que, aconsejada por el taxista, sale del coche y se dispone a bajar a la realidad por unas escaleras de servicio. Lo que pasa es que no bajará a "la realidad", sino a una distorsión de la misma.
El segundo punto de partida es la historia de Tengo, un profesor de matemáticas de la misma edad de Aomame. Tengo es uno de esos jóvenes tan habituales de las novelas de Murakami: solitario, taciturno, modesto... un outsider de la sociedad japonesa. Trabaja como profesor de matemáticas y es escritor en su tiempo libre. Pues bien, el giro de Tengo se produce cuando su editor le encarga un trabajo de dudosa moralidad: reescribir La crisálida del aire, la novela de Fukaeri, una misteriosa niña de 17 años que, pese a estar muy mal escrita, tiene una historia tan poderosa que es capaz de atrapar al lector.
A partir de aquí, las historias de Aomame y de Tengo se van trenzando (un capítulo para cada personaje) y tejen un mundo lleno de sucesos extraordinarios, un mundo en el que no existe el Gran Hermano de Orwell pero sí la gente pequeña (una asociación - secta), en el que hay dos lunas, además de otras curiosas criaturas de las que no voy a hablar porque todavía no las conozco y porque el placer de la lectura consiste en descubrir, y no en que una sinopsis nos chafe los planes.

Todo apunta a que 1Q84 es una obra maestra. Ambiciosa en extensión y argumento, con Murakami en un momento dulce, quién sabe si será gracias a este texto que el autor reciba finalmente el Premio Nobel, para el cual ha sido ya candidato. Tarde o temprano, no cabe duda de que va a escribir su nombre en la lista de la Academia de Estocolmo. La obra fue un éxito sin precedentes en Japón, y hay que agradecer a Tusquets la diligencia a la hora de acercarnos los dos primeros libros de esta gran novela, que se publicará en inglés en octubre (los tres volúmenes, eso sí) y que en Europa sólo se había publicado en alemán, si no me equivoco. Eso sí, las primeras impresiones de la lectura hacen que se eche un poco en falta el estilo y la frescura de Lourdes Porta, la traductora habitual de Murakami.

Por mi parte, poco más que añadir. Soy un fanático reconocido de Murakami. Sus textos me producen una terrible adicción, que solo he sentido en muy pocos casos y con muy pocas obras. Considero que Kafka en la orilla y Crónica del pájaro que da cuerda al mundo son dos de las grandes obras de la literatura. Creo que, además, Murakami se ha sacado de la manga algunos textos más que, aún sin llegar al nivel de los libros mencionados, hacen de él un escritor extraordinario (por citar tres: El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas, La caza del carnero salvaje y After dark). Creo que la versión cinematográfia de Tokio Blues, que se estrenará en España el mes que viene, va a destrozar la novela, y sueño con que, algún día, Hayao Miyazaki, el único al que considero capaz de abarcar el universo imaginativo de Murakami, haga una película de Kafka en la orilla o de Crónica del pájaro... Y respecto a 1Q84, me obligo a no pasar del capítulo diario. Quiero que el libro me dure. Quiero saborear las páginas. Y sobre todo, quiero que la espera del tercer volumen no se me haga terriblemente larga.

Sea como sea, tanto si se lee de un tirón como si a pequeñas dosis, los lectores de Murakami estamos de enhorabuena. ¡Mis mejores deseos para este inolvidable 1Q84 que se avecina!

(La foto de hoy es de Misha y Pelota, mis gatas, y pertence a la serie Una caja de luz, parte de la cual se puede ver en mi web. Los gatos son cruciales en las novelas de Murakami, y en 1Q84 sale una ciudad habitada solo por felinos, así que he creído que la foto es pertinente.)

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