miércoles, 4 de junio de 2008
Hugo y la lluvia
Éste es un retrato del que me siento bastante satisfecho. A menudo me gusta jugar con el enfoque y creo que en este caso la idea que transmite es bastante parecida a la que quería transmitir: la de esos días de lluvia en los que las sensaciones parecen disolverse bajo el agua. No era un momento fácil, ni para mí ni para Hugo, y allí estaba la lluvia, bailando claqué sobre los cristales con una constancia admirable.
Por cierto, ayer llovió al mediodía en Barcelona. Y la ciudad, que tiene un olor tan característico (a medio camino entre el Mediterráneo y la contaminación) nos regaló un olor diferente, más nítido y a la vez más pesado, bajo la lluvia. Un poco como esos días de otoño en los que sopla el viento y trae un olor a escarcha que en la ciudad se mezcla con el de las castañas.
Algunos de esos olores resultan agradables, como el del otoño; a veces, uno preferiría no notarlos, como el de esos días de verano húmedos en los que no sopla el aire y uno puede oler a asfalto mezclado con agua de mar. Pero, en definitiva, estos olores configuran una imagen de mi ciudad (adoptiva) que me acompañarán también cuando no esté aquí.
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1 comentario:
no sé si me gusta más la foto o el texto que lo acompaña. tb tengo yo mi barcelona soñada, mi historia, aunque mi barcelona es azul y luminosa.
un abrazo.
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