miércoles, 28 de diciembre de 2011

Un juego de aciertos. Fútbol Club Barcelona

El Camp Nou en un partido de Champions. Barcelona, 2008. (Foto: Isaías Fanlo.)

No quería acabar el año sin hacer un modesto homenaje al Barça, que es, junto al Lleida, mi equipo. Cuando yo empecé a ver fútbol, allá por 1990-1991, el FC Barcelona era un equipo que contaba con una mano sus triunfos europeos (siempre en competiciones menores), que arrastraba con obstinación un gafe en la Copa de Europa, y que apenas tenía más ligas que el Athletic de Bilbao o el Atlético de Madrid. Un equipo de tradición perdedora. En 20 años la situación ha cambiado diametralmente, y nosotros hemos tenido la suerte de vivirlo. Las generaciones más jóvenes ya no tienen ni idea de lo que quiere decir aquello de "Aquest any, sí!" ("¡este año, sí!"), ese (ingenuo) conjuro para ganar finalmente la Liga, que año tras año se transformaba, más pronto que tarde, en desesperación y en críticas al equipo. Y hasta la Liga siguente. La llegada de Cruyff como entrenador puso la primera piedra de una imponente Catedral que ha coronado Guardiola y que admira el mundo entero. La pregunta, como diría Mourinho, es: ¿Por qué? ¿Por qué han cambiado tanto las cosas? Para mí, hay un punto esencial. Y muy básico. Un cambio en la mentalidad, que trataré de describir a continuación.


Circula por ahí un lugar común (en el mundo de la pelota, ya lo sabemos, hay muchos) que dice que el fútbol es un deporte de errores. Balones perdidos, disparos flojos o desviados, balones al poste... Bàsicamente, resultaba casi de perogrullo afirmar que el equipo que ganaba el partido no era el que cometía más aciertos, sino el que se equivocaba menos veces.

Sobre este concepto, sobre cómo desmontar este tópico, ha girado parte de la "filosofía" del actual FC Barcelona, quizás la máquina de ganar (y de jugar al fútbol) más contundente que jamás ha dado el fútbol. En mi opinión, quizás, este es el giro copernicano del actual Barça. La gran revolución, o mejor aún, el cimiento sobre el que se basa la gran revolución del equipo de Josep Guardiola. "I have the ball, I pass the ball", respondió el de Santpedor cuando le preguntaron, no hace mucho, cuál era el secreto del éxito, la fórmula mágica del que se considera ya uno de los mejores equipos de la historia. Más sencillo, imposible: pasar la pelota, una y otra vez, buscar el desmarque constantemente, generar espacios, como en una jugada ensayada de baloncesto.

Pasar la pelota, sí, pero sin perderla. Un pequeño detalle que aquí adquiere una importancia capital. Una pelota nunca se pierde, ni en la delantera, ni en la defensa.

Tener la pelota es la mejor manera posible de defenderse. "La mejor defensa es un buen ataque", decía Cruyff, líder espiritual de la filosofía Barça. Guardiola, alumno aventajado del bueno de Johann, tenía bien aprendida la lección de sus tiempos de jugador, y la aplica, con mano de hierro, en su equipo. Aquí nadie regala el balón. Ni siquiera a Victor Valdés, el portero, se le permite despejar en largo una pelota, por mucha presión que ejerza el equipo contrario. Esto puede llegar a costar goles (el 1-0 contra el Madrid en el Santiago Bernabeu, hace unas semanas, sin ir más lejos), pero la fidelidad a un estilo acaba siendo rentable (ese mismo partido se acabó ganando 1-3 en parte gracias al estilo, y son incontables las jugadas de gol en los últimos tres años que ha iniciado el mismo Valdés).

El pase. El golpe técnico que sirve como base para el proyecto ganador del FC Barcelona. Desde hace años, concretamente desde que Johan Cruyff volvió a Barcelona para entrenar un equipo en depresión, en 1989, La Masia, la célebre escuela de fútbol del club, ha inculcado no solo el mismo esquema táctico a todos sus equipos base, sino también el gusto por pasar la pelota con la máxima rapidez y precisión. Se dice que los rondos que hace el primer equipo del Barça en los entrenamientos son más espectaculares aún que ver al equipo desplegar su juego en un partido (como muestra, un botón: el vídeo de aquí abajo, gentileza de allasFCB, de TotalBarça). El rondo, el gusto por el pase llevado a su máxima expresión, es el huevo de colón de la preparación futbolística. No hay un santo grial. No existe una fórmula mágica. En realidad, todo es muy sencillo. Recibo la pelota, y paso la pelota. No hay más.



El pase. Los cimientos sobre los que se construye la gran victoria del Barça sobre el fútbol especulativo. Y, quizá, quién sabe, el gran legado de este equipo para el futuro. Si algo le falta a la nueva Masia, la escuela de fútbol del FC Barcelona, es algún cartel en la entrada en la que, además del clásico (y genial) "més que un club", pueda leerse aquello de "I have the ball, I pass the ball. Very simple". Tan sencillo como genial. Como todas las buenas ideas.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Chrysler

Chrysler, Nueva York, 2011. (Foto: Isaías Fanlo.)

Me encanta la luz de esta foto, tomada el pasado verano. A saber dónde andaremos todos el verano que viene. Por suerte, no hace mucho que Guille Milkyway nos ha regalado otro discazo de La Casa Azul, en este caso La Polinesia meridional, sin duda, de lo mejorcito del año.

Como estamos con el tema, cuelgo "Colisión inminente (red lights, red lights)", que es la primera canción que me enganchó del disco. ¡A disfrutarla!



Letra:

Cuando todo andaba bien se dispararon todas las alarmas

No consigo controlar las cosas
No consigo moderar mi euforia
No consigo respirar y controlarme un poco más

Qué desastre, cómo pasa el tiempo
Sin mirarme, tengo tanto miedo
De olvidarme de las cosas que quería rematar

Hoy en directo
La conexión más esperada
El gran momento, la debacle
Mi hundimiento emocional
Es la emisión estelar de mi vida

Cuando todo andaba bien se dispararon todas las alarmas
(Watch out! Red lights, red lights)

Se empezaron a romper una tras otra todas mis hazañas
(Watch out! Red lights, red lights)

Y no, ya no puedo pararlo
No, la espiral ha empezado
No, colisión inminente
Colapso asegurado
Cuando todo andaba bien se dispararon todas las alarmas
(Watch out! Red lights, red lights)

Cómo quisiera mantener la calma
Cómo quisiera liberar mi espalda
De este peso que me aplasta y me comprime el corazón

Sé que resulto cargante y fatigoso
Un insulto al trendy decoroso
Hoy sólo creo en Philadelphia, Norman Harris es mi dios

Más de lo mismo
Sólo pretendo repetir hasta empacharme
Ser feliz aunque no obtenga la ovación
Pues yo decido qué hacer con mi vida

Cuando todo andaba bien se dispararon todas las alarmas
(Watch out! Red lights, red lights)

Se empezaron a romper una tras otra todas mis hazañas
(Watch out! Red lights, red lights)

Y no, ya no puedo pararlo
No, la espiral ha empezado
No, colisión inminente
Colapso asegurado
Cuando todo andaba bien se dispararon todas las alarmas
(Watch out! Red lights, red lights)

Hoy en directo
La conexión más esperada
El gran momento, la debacle
Mi hundimiento emocional
(Watch out!)
Caída libre, sin mascarillas
Al abordaje, sin sujeción, sin salvavidas, sin dudar

jueves, 1 de diciembre de 2011

Harlem

Harlem, Nueva York, 2011. (Foto: Isaías Fanlo.)

Hoy se celebra el día mundial de la lucha contra el Sida. Hay que recordar a todos aquellos que nos han dejado, que hoy en día no tienen acceso a los medicamentos, y también agradecer a todas aquellas personas que luchan, cada una en la medida que puede, por erradicar esta enfermedad. Me gustaría citar, hoy, el final de la enorme obra de teatro de Tony Kushner Angels in America, que acaba de la siguiente manera (traduzco):

"La fuente ya no fluye. La apagan en invierno, por el hielo en las tuberías. Pero en verano... es una imagen digna de ver.
Y yo quiero estar aquí para verla. Espero estarlo. Me gustaría.
Esta enfermedad acabará con muchos de nosotros, pero no con todos. Y los muertos serán conmemorados, y lucharán con los vivos, y no nos iremos. Nunca más moriremos muertes anónimas.
El mundo solo gira hacia adelante. Seremos ciudadanos. Ha llegado el momento.
Y ahora adiós. Sois fantásticos, cada uno de vosotros. Os doy mi bendición. Más vida. Empieza la gran obra."

Kushner lo escribió cuando cargar con el virus ya no era sinónimo de muerte rápida y terrible. Por suerte, las cosas han mejorado todavía más, pero conviene seguir adelante.


Como Banda sonora de hoy, una habitual en el blog. Patti Smith, con una de mis canciones preferidas: "Paths that Cross". Originalmente, fue un poema que Patti compuso cuando Sam Wagstaff, mecenas y amante de Robert Mapplethorpe, falleció a causa de las complicaciones causadas por el Sida. Luego le puso música, y creó la que para mí es una de sus mejores canciones.