jueves, 26 de junio de 2008
lunes, 23 de junio de 2008
viernes, 20 de junio de 2008
Baja
Estoy de baja por una esguince de tobillo y una fractura en un dedo de la mano y ello me impide colgar nuevas fotos (escribo desde un ciber y no me fío de los virus), de modo que tengo que estar unos días fuera de la blogosfera. ¡Pero volveré pronto!
lunes, 16 de junio de 2008
La muerte de la crítica
Un relato mío publicado este mes en la revista virtual Espacio Luke. Juega un poco con conceptos de teoría literaria de los años sesenta, de la muerte del autor y todo eso, pero en plan coña.
¡A ver si os gusta!
http://www.espacioluke.com/2008/Junio2008/fanlo.html
¡A ver si os gusta!
http://www.espacioluke.com/2008/Junio2008/fanlo.html
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jueves, 12 de junio de 2008
Cultivo de arroz
Pese a que la zona del sol está un poco quemada, me gusta.
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Luz y sombra,
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lunes, 9 de junio de 2008
Delta de l'Ebre
En estos días de lluvias, de Llegará la tormenta, de trasvases ahora innecesarios, de sequía pasada por agua, de Expos sobre el agua bajo el agua, fui a pasar con Hugo el fin de semana al Delta del Ebro. Un lugar todavía medio desconocido (afortunadamente), lleno de paz, de caminos, de aves y de mosquitos, donde uno puede conducir sin destino (y sin carné) y dejar que la vista se pierda en el infinito.
viernes, 6 de junio de 2008
miércoles, 4 de junio de 2008
Hugo y la lluvia
Éste es un retrato del que me siento bastante satisfecho. A menudo me gusta jugar con el enfoque y creo que en este caso la idea que transmite es bastante parecida a la que quería transmitir: la de esos días de lluvia en los que las sensaciones parecen disolverse bajo el agua. No era un momento fácil, ni para mí ni para Hugo, y allí estaba la lluvia, bailando claqué sobre los cristales con una constancia admirable.
Por cierto, ayer llovió al mediodía en Barcelona. Y la ciudad, que tiene un olor tan característico (a medio camino entre el Mediterráneo y la contaminación) nos regaló un olor diferente, más nítido y a la vez más pesado, bajo la lluvia. Un poco como esos días de otoño en los que sopla el viento y trae un olor a escarcha que en la ciudad se mezcla con el de las castañas.
Algunos de esos olores resultan agradables, como el del otoño; a veces, uno preferiría no notarlos, como el de esos días de verano húmedos en los que no sopla el aire y uno puede oler a asfalto mezclado con agua de mar. Pero, en definitiva, estos olores configuran una imagen de mi ciudad (adoptiva) que me acompañarán también cuando no esté aquí.
lunes, 2 de junio de 2008
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